Poesía catalana desde los Jocs Florals a la Córdoba virreynal: Oda a las hemorroides
Cristina Ambrosini
Durante la Edad Media, en Europa, eran frecuentes las competencias de todo tipo, en las plazas públicas, bajo la bendición de las autoridades tanto reales como papales. En un ambiente guerrero, no es casual que se recurriera a los juegos para templar el ánimo combativo y competitivo de los varones, sobre todo, jóvenes. Junto a estos simulacros de guerra, propios de una aristocracia guerrera, se hicieron muy populares los torneos poéticos conocidos como “los juegos florales”, los que representan un caso privilegiado, en los que podemos apreciar hasta qué punto el elemento lúdico actúa como fermento de la cultura. Estas competencias poéticas, fueron instituidas por la Academia de los Juegos Florales de Toulouse, durante el siglo XIV. Estos concursos poéticos comenzaron en la ciudad de Toulouse, en 1323 y se mantuvieron casi hasta nuestros días. Se atribuye la creación de estos torneos a una dama de Toulouse, Clemencia Isaura, y a siete trovadores: Bernardo de Panassac, de profesión escudero, Guillermo de Lobra, ciudadano, Berenguer de Saint-Plancart y Pedro de Mejanserra, cambiantes, Guillermo de Gontaut y Pedro Camo, mercaderes y Bernardo Oth, notario. Los historiadores dudan de la existencia de la dama aunque coinciden acerca de la existencia real de estos juglares que participaron en la organización de los juegos. Al parecer, con esta competencia buscaban dar nueva fuerza a la poesía provenzal. Para ello publicaron un cartel donde, bajo el título La sobregaya compannia dels set trobadors de Tholosam, se prometía premiar con una violeta de oro la composición poética de mayor mérito El primer certamen se celebró el 1 de mayo de 1324 y dada la gran cantidad de participantes, la comuna pagó el importe del premio. El 3 de mayo, luego de largas deliberaciones, se premió una poesía dedicada a la Virgen cuyo autor se llamaba Arnaldo Vidal, oriundo de Castelnaudary. A partir del éxito de estos primeros juegos, se repitieron anualmente durante los siglos XIV y XV. Para asegurar su continuidad se acordó una forma de gobierno u organización donde se nombró a los siete fundadores con el título de Consistori dels set mantenedors dels jochs florals los que nombraban a un canciller y un bedel. Este consistorio se renovaba todos los años cuando los miembros salientes elegían a los entrantes. Entre las facultades con que contaba esta institución se encontraba la de conferir grados de bachiller o doctor en Gay Saber a los miembros destacados del consistorio. La fama de estos concursos se extendió por toda Europa donde Juan I de Aragón creó el Consistorio del Gay Saber en 1363 y en Barcelona se desarrollaron los Jochs florals. Los catalanes nombraban Mestre en Gay Saber a aquellos poetas que ganaran tres veces el premio.
Mientras esto ocurría en Europa, en América la historia era otra. En el Virreynato del Río de la Plata ya, para el siglo XVIII, era importante la presencia de la cultura catalana, no tanto por la cantidad de personas de esa nacionalidad sino por la calidad intelectual de los personajes que llegaban a estas tierras, en muchos casos con formación profesional. La ciudad de Córdoba ya era un centro de formación universitaria desde siglos antes y la Escuela de Monserrat era uno de los principales centros educativos de la región. Como se da en las personas cultas, la poesía satírica era un género muy frecuentado. La crítica política estaba a la orden del día y ni la esposa del gobernador, la marquesa de Sobre Monte, resultaba ajena a la chispa satírica de los enemigos políticos de su esposo, el que luego sería el vituperado virrey derrotado en las Invasiones inglesas.
Como muestra, basta un botón. El 13 de agosto de 1802 un médico catalán, desde Córdoba, manda una décima y unos quebrados al Telégrafo Mercantil de Buenos Aires, un periódico que se editaba en la imprenta de los Niños Expósitos. Según el autor de la nota “La poesía satírica en Córdoba”, Prudencio Bustos Argañaraz, el autor sería el médico catalán residente en la provincia de Córdoba, doctor Jerónimo Ameller. Alude en estos versos a un paciente suyo, también catalán, que padecía hemorroides o almorranas y dicen:
“Cierto catalán bozal/ terriblemente enfadado/ por habérsele ampollado/ el polo meridional, / en tono muy desigual/ espantables voces daba/ y al tiempo que se rascaba/ prorrumpió en estos quebrados, que fielmente trasladados/ los da el que los escuchaba://
Me han florecido azucenas/ buenas, / tengo también y no escasas/ pasas, / y para postre avellanas /valencianas./ Oh, malditas almorranas! /dejad en paz mi trasero, / porque sois, según infiero, / buenas pasas valencianas. //
Si la tinta les aplican, / pican. / Y entonces son malas fiestas/ aquestas, / pues me brotan entre arrugas / verrugas. / Mira bien como me enjugas/ ¡Oh carísimo enfermero!, / pues como un bravo hormiguero/ pican aquestas verrugas//
Recibe el negro hemisferio/ sahumerio. / Y un tanto el dolor se enerva/ en hierba, / pues queda luego la herida/ cocida./ ¿Pues no es cosa desabrida/ estar de dolor rabiando/ y al mismo tiempo aguantando/ sahumerio en hierba cocida?//
Con mucho estremecimiento/ el viento, / entre mis peñas feroces/ da voces,/ a imitación de las trompas, / roncas./ Cuando mis vihuelas broncas/ ocupan el orificio,/ por donde queda resquicio/ el viento da voces roncas.//
¿Hasta cuando, traidoras almorranas,/ después de quedar sanas/ y ya purificadas/ volveis a las andadas?/ ¿Por qué irritais con bárbaro perjuicio/ la paz del orificio, / que acostumbrado a irse de vareta/ su posesión a nadie inquieta/ y en lícitos placeres/ hacen sus menesteres?/ No le deis más tormentos,/ dejad que expela, en paz, sus excrementos.”
Bozal: tonto, necio
Irse de vareta: padecer diarrea
Extraído de la Revista TODO ES HISTORIA, Nª 453, “Rebeldía, letras e ingenio. La poesía satírica en Córdoba”, por Prudencio Bustos Argañaraz, pp.50-61
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