DEMOCRACIA. El ciego de Rajoy
EXCELENTE ARTICULO DEL PERIODICO ARGEXPRESS
Desde el 20013, sin faltar un solo mes, este medio se ha convertido en la referencia en comunicación de la comunidad argentina en Catalunya.
Este articulo de análisis demuestra la profesionalidad del autor y la excelencia periodística de ArgExpress.
Desde el Casal, nuestras sinceras y solidarias felicitaciones.
Escribe Marcelo Espiñeira.
...“El 9N ha sido un acto antidemocrático e inútil”...
(una fuente de La Moncloa)
Si tuviéramos que relacionar a Mariano Rajoycon algún ser vivo, probablemente deberíamos hacerlo con el avestruz, aquel pájaro gigante y desgarbado que esconde su cabeza bajo la tierra en defensa propia ante situaciones que le superan o simplemente le atemorizan. No hay peor ciego que el que no quiere ver y en política eso significa que no puedes sacarle el cuerpo siempre a las cuestiones calientes, por más que estas te puedan dejar cicatrices.
Desde el 11 de setiembre de 2012, una porción muy importante y activa de la
ciudadanía catalana tomó el toro por las astas y reclamó con una honestidad brutal la creación de un nuevo estado catalán y la independencia de España. Para entonces, cualquier presidente español con habilidades políticas comprobables, que supiera algo más que quitarse adversarios con malas artes, hubiera reaccionado con alguna clase de propuesta decente, ofreciendo una salida menos traumática a todos los catalanes que están hartos por no poder decidir su propio destino. Ante lo cual se hubiera planteado un debate o una negociación.
Sin embargo, el tan testarudo como ciego de Rajoy prefirió replegarse ante la evidente magnitud de la cuestión y esconderse tras el articulado de una Constitución obsoleta y ya poco amistosa con los ciudadanos. Para colmo, ese club de gerontes juristas que la defienden a capa y espada mientras cobran un generoso salario del erario público, se ofreció una vez más como la herramienta de corte de las legítimas aspiraciones democráticas de los catalanes. Así, el mismo Tribunal Constitucional que rasuró el Estatut del tripartito, también impugnó la Consulta convocada para el 9N.
El problema se agudizó porque la gente pedía más democracia, pedía votar en una consulta que midiera el sentimiento de un pueblo en un momento histórico, y el encargado de responder a ese llamado se negó rotundamente, además con un fuerte desprecio ante el justo reclamo.
Finalmente ha sucedido lo previsible. Nadie merece ser tratado como un crío en una democracia real y el gobierno central está ninguneando con autoritarismo a los catalanes, tanto como a los españoles. Los recortes salvajes, el austericidio obediente, el desempleo masivo, la falsa recuperación económica y el desprecio por la opinión ciudadana, se acumulan generando una presión muy importante en un amplio sector de la población, en Catalunya y más allá...
Aquí y ahora, la opción independentista ha crecido, se ha doblado y nadie sabe hasta dónde podrá llegar. El ejercicio participativo del pasado 9N fue genuino, cívico e ilusionante. Fue un día fundamentalmente catártico, algo así como una explosión democrática, una simbólica demostración al resto del mundo que sitúa el reclamo catalán en su justa medida.
..."La terca necedad de un gobierno que machaca al que menos tiene, premia al que más puede, encubre al que peor se comporta y persigue al que menos se lo merece, no podía generar menos que esto. En España arrasa Podemos y en Catalunya, la independencia"...
Las razones que justifican este pedido son históricas, pero en realidad hoy son más emocionales que nunca. La terca necedad de un gobierno que machaca al que menos tiene, premia al que más puede, encubre al que peor se comporta y persigue al que menos se lo merece, no podía generar menos que esto. En España arrasa Podemos y en Catalunya, la independencia.
Existe la profunda sensación de que el sistema diseñado en la mesa de dibujo de los años ´80 ya no contiene a casi nadie, solo impone unas reglas que benefician a unos pocos. El campeonato de la corrupción al que asistimos a diario en los medios de comunicación nos refuerza la idea de que no quedan más alternativas que limpiar o cortar de raíz. Y una vez más, por eso Podemos en España, por eso la independencia en Catalunya.
Como bien ha dicho el cantante Lluis Llach: la fractura hoy se percibe entre poder y ciudadanía. El eje izquierda-derecha que gobernó la alternancia en el poder durante las últimas décadas es historia pasada, no representa más que una opción de diferentes colores, como las que ofrecen las distintas compañías telefónicas en sus campañas publicitarias.
¿Os habéis parado a analizar cuál ha sido la obra de gobierno de Rajoy durante estos tres años de mandato? ¿Cuál ha sido la táctica que decía tener para generar empleo? Pues, nada. Bajar los salarios, devaluar el coste empresarial en nóminas y rezar para que vengan más turistas en el verano. No se ha visto nada, ni siquiera se sospechan presiones a nivel europeo para conseguir mejores opciones al austericidio de Merkel.
Si aderezamos esta gran nada, con lo lento que pasa el tiempo cuando estás parado o viviendo al límite de tus posibilidades, entonces se vuelve a explicar porque Podemos se presenta como solución en España y la independencia en Catalunya.
Retomando a Llach, entre el poder y la ciudadanía se ha abierto un abismo, una brecha gorda y profunda. Un vacío que Artur Mas ha sabido leer y rellenar con su propuesta, haciendo los mil y un regates políticos mientras aplica la misma receta que Rajoy, aunque ofreciendo una ilusión que una gran mayoría ha abrazado. Oriol Junqueras sabe que es su momento, que no debe equivocarse y que la historia puede reservarle una oportunidad inmejorable para alcanzar el objetivo político de la formación que representa.
El elite económica pronto comenzará a amenazarnos en conjunto. Tal cual lo hiciera José Manuel Lara del grupo Planeta o el círculo de empresarios alemanes: si os independizáis, me iré. Pronto se animarán otros, una táctica de presión que se ha visto durante la parte final de la campaña en Escocia y que obtuvo sus réditos. La inviabilidad económica de una Catalunya independiente será tema constante en el sector de la prensa que alimenta el ultranacionalismo español. Que no se sorprenda nadie.
Sin embargo, España también se encamina hacia un cambio profundo y nadie sabe si estos mismos empresarios acabarán amenazando también a las próximas autoridades en Madrid.
El 10N ha llegado y se vislumbra la próxima celebración de elecciones plebiscitarias en Catalunya. No es la mejor opción, pero nada podría ser peor que quedarse quieto y aceptar el vaciamiento del autogobierno propuesto desde La Moncloa. Es tiempo de acentuar la democracia, para encontrar la salida más digna
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