Brigadistas argentinos en la guerra civil española
Cristina Ambrosini cristinaambrosini@yahoo.com.ar
Web de Cristina Ambrosini epicureanos.blogspot.com/
“No pasarán”
En 1936, la guerra civil dividió a la sociedad española en republicanos y franquistas y esta división repercutió también en el espectro político argentino. Los partidos de raigambre popular (Unión Cívica Radical, Partido Socialista, Partido Comunista y Demócrata-Progresista) tomaron partido por la República así como los diarios Crítica y La Vanguardia. La comunidad de artistas e intelectuales no permaneció ajena a la contienda ya que escritores y artistas como Alfonsina Storni, Eduardo Mallea, Leónidas Barletta, Libertad Lamarque y Angel Magaña, entre otros, defendieron la causa republicana. La guerra también abrió frentes de combates en los bares de Buenos Aires, especialmente en la Avenida de Mayo. El Tortoni y el Iberia eran centros de reunión de los republicanos mientras que, en la vereda de enfrente, en el café El español, se juntaban los franquistas. Cuenta Jorge Bossio en su libro Los cafés de Buenos Aires que una noche llegó la noticia de la muerte del general Mola. Al conocerse la novedad entre los acólitos de Franco, de un modo inesperado para los habitués, se escuchó el grito ¡Viva la Montaña! seguramente emitido por un infiltrado republicano que cruzó la calle, y allí, sin más, empezó una feroz batalla campal con vuelo de sillas, mesas y botellas entre los asistentes de ambos cafés, hasta que la policía disipó la furia de los contendientes.
La FOARE (Federación de Organizaciones Amigas de la República Española) con más de 200 filiales en todo el país, concentró la ayuda solidaria que llegaba desde organizaciones gremiales, clubes de barrio, sociedades de fomento y particulares que querían hacer llegar todo tipo de ayuda a los combatientes republicanos. Después de Suecia, Argentina será el segundo país en importancia por la solidaridad brindada a la causa republicana a través de gigantescas colectas, festivales, venta de bonos, estampillas y todo tipo de iniciativas en los tres años que duró la guerra. Alimentos, ropas, medicinas, ambulancias, todo ayuda a aliviar las penurias de las trincheras. Se formó un Comité Argentino de Mujeres Pro Huérfanos españoles que vendían estampillas para alimentar a un niño español con leche condensada, harina, manteca, azúcar y bananas mientras que, desde el actual pueblo de Nicanor Otamendi, cercano a Mar del Plata, comerciantes y arrendatarios, mandaron cargamentos de varios miles de kilos de papa Dionisia, para afrontar las necesidades del pueblo. En esa localidad se realizó un festival el 9 de octubre de 1938 cuando se recaudó la suma de $1.703,95 para enviar a organizaciones españolas. La Junta Argentina de Médicos Pro Ayuda a España Republicana envía ambulancias y medicamentos así como un grupo de profesionales, médicos, enfermeros y auxiliares presta servicios en el frente de combate, como Gregorio Bermann, Gregorio Topolewsky y Antonio Magnar. Bajo el lema ¡Aplastar al fascismo!, un grupo de escritorio liderado por Raúl González Muñón, José Gabriel, Dardo Cúneo y Cayetano Córdoba viajaron a España para participar, junto a periodistas, de un frente cultural.
Alrededor de 600 voluntarios argentinos, enrolados por el Partido Comunista Argentina (PCA) integraron las Brigadas Internacionales, formadas por 40.000 voluntarios llegados de todas partes del mundo de los cuales 10.000 murieron y 5.000 fueron mutilados o heridos en combate. Allí partieron Juan José Real, José Belloqui, Bernigno Moskowsky, Jesús Manzanelli y Alejandro Onofrio. Héctor Sánchez y Roberto Otena participaron en la Brigada Garibaldi XII, Diego Acero y Ragik Perllien formaron parte de la Brigada XV Lincoln. Otras organizaciones políticas anarquistas reclutaron brigadistas como los argentinos Antonio Casanova e Hipolito Etchebéhére. Dan Kurzman, periodista norteamericano, en un emocionado reportaje sobre la defensa de Madrid titulado “Milagro en noviembre”, recoge entre otros episodios la breve historia de amor y coraje de Hipólito Etchebéhére y de su esposa, Mika. Han llegado desde Francia, y están en Madrid desde las primeras horas del alzamiento fascista. La valentía y las convicciones revolucionarias de Hipólito lo convierten de inmediato en jefe de grupo. En ese noviembre de 1936 sus destinos individuales se unen definitivamente. “No es tiempo de morir para uno mismo”, ha dicho Hipólito Echebéhére, quien cae en un feroz asalto cerca de Sigüenza. En la retirada, los combatientes le traen a su esposa el arma de Hipólito y un pañuelo manchado de sangre de sus labios. Son las señales del mando político y del duelo, que Mika asume con dolor. Otro voluntario que viaja a Madrid con su mujer y dos hijos para enrolarse en las Brigadas es Adrián Ponce, antes bañero en el Balneario Giacaglia y en el Club Mar del Plata. Su foto, vestido de soldado republicano combatiendo en las milicias de Madrid, aparece en el diario El Trabajo el 2 de abril de 1937. El brigadista argentino, Alfredo Moyano, escritor de teatro residente en Barcelona, decidió enrolarse en las Brigadas anarquistas de la CNT. Entró en contacto con la Federación de Artistas Catalana y combatió en varios frentes hasta cruzar los Pirineos y ser internado en el campo de concentración de Gurs. Luego fue liberado por un colega actor, el francés Jean Jaures, que años más tarde realizaría un documental “Morir en Madrid”. En la época del peronismo volvió al país y contó que solamente en Catalunya había cerca de 600 argentinos combatientes entre las distintas unidades socialistas y anarquistas.
El Socorro Rojo Internacional fue una organización perteneciente al Partido Comunista, de donde viajaron las camaradas argentinas Fanny Edelman y Raquel Levenson. Ellas eran las distribuidoras de la ayuda a las comandancias y ayuntamientos, y las organizadoras de las distintas campañas como la campaña de invierno de 1937. Según cuenta Fanny Edelman, un militante del partido llamado Bioco era el que seleccionaba y mandaba de forma clandestina a los voluntarios argentinos a España. Su muerte a los pocos años y la falta de registros hizo que se sepa muy poco de estas acciones. Otro grupo estuvo formado por argentinos que ya vivían en España y que en su mayoría combatieron en las Brigadas Mixtas del Ejercito Popular Español como Ricardo Aguilera que perteneció al 6to. Batallón Vizcaya. Arturo García que estuvo en el 7mo. Batallón Asturias, Bernardo Llompart en la 250 División, y Alfonso Gorosabel, que combatió en el Batallón Isaac Puente y luego en la DECA (Defensa Especial contra Aeronaves).
Según registros de 1915, el 47% de los habitantes de Mar del Plata eran extranjeros. Entre la comunidad española, fue uno de los centros más activos de la FOARE. Allí funcionaban el Centro Asturiano, el Club Español, La Sociedad Unión y Fraternidad y el Centro Republicano Español quien desempeñó un papel destacado donde militaban ya desde la dictadura del general Primo de Rivera varios exiliados republicanos. En Belgrano y San Luis funcionaba el bar “La Reforma Universitaria de Cataluña” fundado en 1919 por los catalanes Jouxe y Reixach, donde se discutía mucho de política y solían reunirse Arturo Frondizi y Osvaldo Pugliese, ambos militantes activos a favor de la República Española. La explosión solidaria estalló en todas las capas sociales y desde el diario El Trabajo se invitaba a los marplatenses a colaborar en la guerra contra el franquismo. En este clima de euforia republicana no es casual que varios marplatenses se alistaran como combatientes. Adrián Ponce, Emilio Cairo, Edelmiro García Rodríguez y Robustiano Serranos viajaron directamente desde Mar del Plata.
Las Brigadas Internacionales debieron retirarse de España en octubre de 1938, cruzando los Pirineos hacia Francia. Desde allí llegaron a Argentina 170 brigadistas pero muchos quedaron varados en Francia y participaron luego en la resistencia contra el nazismo. Otros quedaron apresados en España en cárceles franquistas como los argentinos Luis A. Quesada y Juan Arhancet quien consiguió ser repatriado después de las gestiones del entonces presidente argentino Frondizi. La ciudad de Mar del Plata fue, también, un punto de atracción para los veteranos que volvieron de la contienda y continuaron reuniéndose en la Asociación Sindical Antifranquista, en el café El Bilbaino, ubicado en San Martín entre La Rioja e Irigoyen, propiedad de Alfonso Gorosabel, ex brigadista.
La participación de los argentinos en las Brigadas Internacionales es un punto de difícil reconocimiento ya que los voluntarios se agrupaban por nacionalidades o por idiomas pero al ser hijos de inmigrantes de distintas nacionalidades y provenir de distintas organizaciones, no se agruparon en una misma brigada. A esta dificultad se suma el carácter clandestino de los enrolamientos donde habitualmente se hacía con pseudónimos o nombres de guerra. Cuenta Rafael Zúñiga en sus memorias:
“…….Los sudamericanos, por su reducido número, eran destinados a cualquiera de ellas (brigadas) (…) Después de la bienvenida de rigor y descanso reparador, los recién llegados se agruparon frente a la mesa en la que dos intérpretes extenderían las cartillas militares (…) se documentaban los servicios como tal:
-¿Hablas castellano camarada?
- Sí, camarada
- ¿Cómo te llamas o quieres llamarte?
- Carlos Matías Cárdenas Cuezva
- Me suena a grandeza nobiliaria
- Carlos Ferreira. ¿te hace?
- ¿Nacionalidad?
- Argentino
- ¿Qué tal Buenos Aires? ¿Gran ciudad, eh?
- ¿Debo justificar mi origen?
- No camarada, nos importa tu idea, no tu patria”
Fuentes consultadas:
BORAGINA, Jerónimo y SOMMARO, Ernesto, “Brigadistas argentinos por la república. Mar del Plata y la guerra civil española” en TODO ES HISTORIA, Nº 468, julio 2006, pp.70-78
http://www.brigadasinternacionales.org/pages/las-brigadas-internacionales.php
http://www.guerracivil.org/
http://guerracivil.superforos.com/
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