SOY CONSCIENTE QUE CELEBRAR UNA MUERTE NO ES ALGO QUE TODOS COMPRENDAN.
Pero hoy celebro que Videla haya muerto, Celebro que haya muerto en una cárcel común, mientras se dirigía a un lavabo común, que tenia que compartir con otros delincuentes como el.
Murió como lo que fue, un delincuente.
Murió condenado a cadena perpetua, en cárcel común, juzgado por genocida, por dictador, por ladron de riquezas y de personas recen nacidas, por destruir un país prospero y por violar la Democracia y el Juramento que hizo cuando el estado le confió las armas de la patria, par defenderla y no para asesinar compatriotas.
Murió sin que ni una persona le haya pegado ni un cachetazo, sin que ni uno de los que fuimos sus víctimas hayamos tomado venganza por mano propia.
SE acabó la vida de quién acabó con las vidas de decenas de miles de personas, que arruino la vida de centenares de miles y que arruinó a un país, entregandolo a los enemigos de la Patria y del Pueblo.
Murió la muerte en persona, el asesino hecho Estado, el cínico amigo de Obispos que asesinaba con orgullo y sin pedir perdón.
Hoy la Vida ha triunfado, hoy la Justicia ha triunfado, se pudrió en la cárcel a donde lo condenó esa misma Justicia que violó y negó a sus victimas.
CELEBREMOS LA MUERTE DEL DICTADOR, HOY ME TOMARE UNA COPA DE CAVA Y UN FERNET CON COCA, EN HONOR DE MI GENTE, de todos y todas los que luchamos para que eL genocida acabara así, en una cárcel.
Diego Arcos
Encabezó la junta militar que se alzó con el poder luego del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, y abrió la etapa más negra de la historia Argentina. Puso en marcha un plan sistemático genocida con secuestros, saqueos y desaparición de personas, y una política económica neoliberal que fue el puntapié de inicio de uno de los procesos de vaciamiento y entrega a los capitales financieros más duros para la sociedad argentina. Fue condenado por delitos de lesa humanidad y murió esta mañana a los 87 años, purgando una parte de sus crímenes -de los que nunca se arrepintió- en el penal de Marcos Paz. La lucha de los organismos de derechos humanos que reclaman memoria, verdad y justicia por los 30 mil desaparecidos y los nietos que aún no fueron recuperados, continúa
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