Argentina, te quiero.
Desde Lleida hasta Las Parejas, Santa Fé.
Por Mercé Camins, catalana de Lleida y argentinofila hasta el corason.
Desde chiquita supe de ti, mi mamá me contaba historias de emigrantes en una tierra lejana llamada Argentina al otro lado del Océano Atlántico. Muchos iban a “hacer las Américas”, otros huían de la barbarie de una guerra y la miseria de la post-guerra.
Siempre me atrajo América del Sur, sus culturas ancestrales, su historia y la magia que envuelve lo desconocido.
Esta inquietud, con el tiempo, me ha llevado a escribir un libro.
Visité por primera vez Argentina en diciembre de 1987, durante mi Luna de Miel. En principio, pretendíamos hacer el típico circuito turístico y aprovechar para visitar a los parientes que habíamos reencontrado un año antes, pero nos atrapó tanto todo lo que vimos y sentimos, que nos quedamos el resto de los días en Las Parejas, Santa Fe. Puede parecer un poco surrealista porque el pueblo en cuestión no es ningún centro vacacional o balneario reconocido pero se convirtió en nuestro segundo hogar, encontramos una familia y aprendimos a vivir Argentina. Jamás imaginé, y los parientes tampoco, que volveríamos una veintena de veces más. Estaba a 12.000Km de mi casa y me sentía como en casa.
Fue un viaje maravilloso, por fin podía pisar lugares mil veces contados por otros y experimentar sensaciones soñadas, como escuchar en El Viejo Almacén (en un pase no turístico) una sesión de tangos y sentir nostalgia de mi papá, fiel seguidor de Gardel.
Recuerdo la impresión que me causó Buenos Aires, enormes avenidas, edificios majestuosos con pasado esplendoroso, barrios con sabor lunfardo, pasado y presente conviviendo en todos los rincones.
Regresamos con un mate y su bombilla, un libro querido, Martín Fierro, y unas láminas de Molina Campos, al que adoro, un tópico, si, pero los amo, por todo lo que representan y por lo que me han enseñado.
A lo largo de estos años he tenido la suerte y el inmenso placer de recorrer el país.
¡Dios mío, qué país tienen!
El Norte, otro mundo, Salta, Tucumán, Jujuy, las mágicas Cataratas, realidades diferentes dentro de un mismo país, el Valle de la Luna. Mendoza, Córdoba, Rosario con su rio, y permítanme, mi recuerdo y admiración por “el negro” Fontanarrosa, La Plata, ciudad cultural querida con un montón de afectos. La Pampa mítico lugar, donde la inmensidad te hace volar por encima de sus campos.
El sur, no tengo suficientes adjetivos para describir mi adorada Patagonia, Bariloche, los siete lagos, San Martín de los Andes, Ushuaia y el lugar más hermoso del mundo, el Glaciar Perito Moreno, donde el tiempo se detiene, nada importa, solo contemplar la belleza que nos ofrece la naturaleza y escuchar su gemir y estremecerse cuando cruje. Nunca he sentido tanta paz como contemplando este gigante azul.
Me gusta su cocina, mezcla perfecta de culturas que ustedes han mejorado y elevado a la categoría de lo argentino. Me gusta compartir un asado o una picadita con los amigos saboreando sus excelentes vinos.
Me gusta el humor argentino, sobre todo ahora que aprendí “su idioma”, disfrutando mucho más de sus obras teatrales y sus libros. Me encanta “reputear” en argentino, así “peco” menos, y a veces mi interlocutor no me entiende, lo cual es una ventaja a la hora de salir corriendo antes de que reaccione.
Ahora cuando voy allá, como dijo alguien, “agarro mucho y procuro no coger nada”(al menos en público, y disculpen mi atrevimiento)
He incorporado a mi vocabulario muchas de sus expresiones, a la carta de mi restaurante, alguno de sus productos como el dulce de leche, y a mi vida, su país.
Y no voy a mencionar nada de lo que me parece mal porque lo que uno quiere no lo critica, bueno, al menos la primera vez. Me pasaría horas hablando de lo vivido en Argentina, pero mejor lo dejamos para otra ocasión.
¡¡¡Argentina, te quiero!!! Gracias por lo que me has dado y lo que me has enseñado.
Mercè Camins
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